En los últimos años, el cambio climático y el calentamiento global se han convertido en temas cada vez más "candentes" que afectan a muchos aspectos de nuestras vidas: ya sea en casa o en el trabajo, en todas partes se han incorporado prácticas de ahorro energético y preservación de los recursos naturales para ayudar a nuestro planeta.
En el blog de hoy exploraremos cómo el cambio climático amenaza el rendimiento y la fertilidad de nuestros campos. También nos haremos preguntas tan importantes como: ¿cuáles son los efectos generales del clima en la agricultura? ¿Y qué prácticas concretas de conservación podemos aplicar para luchar contra el cambio climático?
En agricultura, la productividad del suelo depende en gran medida de las condiciones meteorológicas: sequías, lluvias excesivas, granizadas y heladas siempre han sido una amenaza para los cultivos. Pero, ¿qué ha cambiado en las últimas décadas?
El clima impredecible e inusual tiene un impacto cada vez más negativo en distintas zonas del mundo. Por eso, la meteorología y otras ciencias que examinan el cambio climático se han vuelto esenciales para proporcionar a los agricultores información precisa sobre las variaciones de temperatura, los vientos, las lluvias y otras precipitaciones. Estos conocimientos permiten a los agricultores preparar tanto las tierras como los cultivos para resistir mejor los efectos del clima. Además de observar las previsiones y los modelos climáticos, hay algunas cosas que los agricultores pueden hacer para mitigar los efectos negativos del clima.
La conservación es simplemente el acto de preservar los recursos naturales, en beneficio del ecosistema y el medio ambiente. En el sector agrario, la conservación suele consistir en recrear las características naturales del ecosistema, desde la biodiversidad hasta la rotación de cultivos, pasando por el uso de abonos orgánicos. Estos factores no sólo aumentan la fuerza y la resistencia de los cultivos para soportar el cambio climático, sino que también aportan beneficios en términos de fertilidad del suelo, ya que contribuyen a aumentar los niveles de carbono y de otros nutrientes.
Evidentemente, no existe una solución universal para todos los cultivos o zonas climáticas. Sin embargo, hoy vamos a hablar de tres métodos naturales que puedes adoptar en tus campos para luchar contra el cambio climático.
Trágicamente, la población mundial de abejas ha disminuido constantemente en los últimos años. Esto se debe a múltiples razones: el uso excesivo de pesticidas, la contaminación, la reducción del hábitat natural de las abejas y, por último, pero no por ello menos importante, el cambio climático.
Sin embargo, las abejas desempeñan un papel importante en la reproducción de las especies vegetales. ¡Como si necesitáramos más razones para ayudar a salvar a las abejas! Por eso, uno de los principales métodos para luchar contra el cambio climático es fomentar el asentamiento de estos polinizadores naturales cerca de tus campos.
¿Cómo puedes hacer esto? Bueno, si cultivas plantas y flores que atraen a las abejas, como almendras, cerezas, melones y tomates, creas un círculo virtuoso. Las abejas, atraídas por las flores de estas plantas, se instalan en los campos y recogen y transportan el polen de una flor a otra, facilitando el cruce de plantas y estimulando la fructificación y el rendimiento. Por lo tanto, se puede afirmar que las colonias de abejas ayudarán a fomentar la biodiversidad en la explotación, combatiendo posteriormente algunos de los efectos adversos del cambio climático.
Como especie de insecto especializado, las abejas sólo pueden funcionar a determinadas temperaturas. La extinción ("¡Dios no lo quiera!") de una especie especializada como las abejas conduciría probablemente a la sustitución por una especie generalista, incapaz de desempeñar funciones especializadas, pero adaptable a un clima en constante cambio, lo que pondría patas arriba todo el ecosistema. ¡Por la salvación de las abejas!
Como todos saben, las plantas son la principal fuente de nutrición de la tierra. Es más, algunas especies vegetales (generalmente silvestres) permiten que el suelo "descanse". En esencia, se trata de dar al suelo la oportunidad de tomarse un respiro de la agricultura intensiva y regenerarse de forma autónoma, enriqueciéndose de nuevo con nutrientes.
Cuanto más rico y fuerte sea un suelo, mejor resistirá los efectos negativos del cambio climático. Esta es la razón por la que sugerimos introducir en su ciclo de rotación cultivos regeneradores como las plantas perennes. Estas plantas de raíces profundas enriquecen el suelo con abono orgánico natural y rico en carbono, mejorando la productividad del suelo y la calidad de las aguas subterráneas.
Por último, analicemos las ventajas de la rotación de cultivos. La rotación de cultivos ayuda a conservar el suelo; la técnica consiste en rotar los cultivos en una secuencia específica, es decir, plantar diferentes cultivos al final de una cosecha, para mantener y mejorar la salud del suelo. La rotación de cultivos tiene un doble efecto positivo: genera nutrientes en el suelo y, al mismo tiempo, reduce las plagas y las malas hierbas.
Sin rotación de cultivos, es más probable que las plagas se aclimaten al suelo, lo que aumenta la necesidad de plaguicidas, que son, por supuesto, perjudiciales para el medio ambiente.
Si necesita más sugerencias sobre cómo preservar y cuidar su suelo, permanezca atento a nuestros últimos blogs sobre agricultura.